Este jueves falleció a sus 104 años, el fanático de los Leones del Caracas Jesús «Chivita» Lezama, célebre por su amor por la novena del béisbol de Venezuela, sigue al equipo desde que se llamaba Cervecería de Caracas, cuando jugaba en San Agustín, en 1942. El animador había llegado en 1936 a la capital, proveniente de Tucupita.
Luego se hizo frecuente su aparición en el estadio Universitario y se convirtió en una figura emblemática. Su dedo apuntando al cielo es una marca registrada. El mayor fanático de los caraquistas estuvo varios días hospitalizado luego de una trombosis que sufrió en las piernas, lo que afectó gravemente su estado de salud.
La información sobre su fallecimiento la dio a conocer la periodista Mari Montes y fue posteriormente confirmada por Antonio ‘El Potro’ Álvarez y otras personalidades de la pelota criolla como José Grasso.
«Con mucha tristeza les informo que «Chivita» Lezama se fue con su corneta. Falleció hace minutos. Se fue en paz y rodeado de amor», anunció la periodista Mari Montes a través de Twitter la periodista Mari Montes, ligada al equipo capitalino.
Desde muy joven «Chivita» Lezama solía estar en primera fila en todos los juegos de los Leones del Caracas, el equipo más ganador de Venezuela con 21 títulos. El reconocido fan de la pelota venezolana vivió su última gran emoción la pasada campaña, cuando los Leones ganaron el torneo y disputaron la final de la Serie del Caribe ante los Tigres del Licey, en la que cayeron con marcador 3-0.
Paz a su alma…
En este artículo vamos a recordar algunos aspectos de la vida y obra de este personaje que se convirtió en un símbolo del béisbol venezolano y del cariño que le tenía a los Leones del Caracas.
¿Quién era «Chivita» Lezama?
Jesús Lezama nació el 25 de diciembre de 1918 en Tucupita, estado Delta Amacuro. Desde pequeño le gustaba el béisbol y jugaba con sus amigos en las calles de su pueblo natal. A los 18 años se mudó a Caracas para trabajar como mensajero en una empresa petrolera.
Allí conoció a los Cervecería Caracas, el equipo que luego se convertiría en los Leones del Caracas. Se enamoró de sus colores y empezó a seguirlos a todas partes. Su apodo de «Chivita» se lo puso un amigo que lo comparó con una cabra por su agilidad para saltar las vallas del estadio.
Su pasión por los Leones lo llevó a convertirse en un animador incansable. Con su corneta y su dedo índice señalando al cielo, arengaba a los jugadores y al público con frases como «¡Vamos muchachos!», «¡A ganar!», «¡Arriba Leones!» o «¡Esto es Caracas!».
Su presencia era tan notoria que los medios de comunicación lo entrevistaban con frecuencia y le hacían reportajes especiales. También recibió reconocimientos y homenajes por parte del equipo, la liga y otras instituciones deportivas y culturales.
Su sueño era ver a los Leones campeones de la Serie del Caribe, algo que logró en dos ocasiones: en 1982 y en 2006. En ambas ocasiones viajó con el equipo y celebró con ellos el triunfo.
Su amor por los Leones era tan grande que nunca se casó ni tuvo hijos. Su familia era el equipo.