Te contamos unos cuantos trucos y errores que debes evitar que siempre que te pongas te salgan panquecas perfectas para tus desayunos y meriendas.
Si hay un postre anglosajón que cada vez tiene más presencia en el recetario patrio esas son las panquecas. Son fáciles de hacer, son vistosas y están riquísimas. Son una merienda genial y un desayuno aún mejor, pues no me digáis que no es un auténtico placer despertarse un domingo y descubrir que alguien ha hecho tortitas para desayunar.
Aparte, obviamente, de usar ingredientes de calidad, conseguir siempre unas tortitas perfectas pasa por tener en cuenta los puntos que detallo a continuación:
– No uses mantequilla ni levadura química caducadas. Por muy buena calidad que tuviese la mantequilla en el momento en que la compraste, si tu intención es aprovechar ese resto que tienes en la nevera desde hace semana, es muy probable que se haya puesto rancio y acabe por arruinar tus flamantes tortitas. Lo mismo puede suceder si utilizas un sobre de impulsor (levadura química) que tengas dando vueltas por la alacena desde hace meses. Si ha perdido sus propiedades, tus tortitas en vez de quedar esponjosas, serán algo así como suelas de zapato de harina.
– No batas demasiado la masa. La masa para las tortitas hay que batirla lo justo para mezclar los ingredientes secos con los húmedos. No importa si queda algún grumo, pues los grumos finos se deshacen durante la cocción y si queda alguno demasiado grande podemos simplemente retirarlo. Porque si nos obcecamos con los grumos y nos ponemos a batir como locos para acabar con ellos, estaremos trabajando el gluten y acabaremos con unas tortitas chiclosas.
– Usa el batidor adecuado. Se obtienen mejores resultados con un batidor de varillas manual que tenga forma de globo, que son aquellos que tienen las varillas más cortas y más separadas. Este modelo de batidor aporta más aire a la masa durante el batido que los batidores cuyas varillas están más juntas y son más alargadas. Estos últimos son más adecuados para montar nata o claras a punto de nieve.
– Deja reposar la masa. Una vez que hayamos mezclado bien los ingredientes, es conveniente dejar reposar la masa durante unos 15 o 20 minutos antes de cocinar las tortitas. Así le damos tiempo a la levadura química para que actúe y a la harina para que se hidrate bien. Además, al reposar la masa se relaja el gluten y evitamos que las tortitas queden duras o gomosas.
– Calienta bien la sartén. Para cocinar las tortitas necesitamos una sartén antiadherente que esté bien caliente antes de verter la masa. Si la sartén está fría o tibia, las tortitas se pegarán y se romperán al intentar darles la vuelta. Lo ideal es calentar la sartén a fuego medio-alto durante unos minutos y luego bajar un poco el fuego cuando vayamos a hacer las tortitas. También podemos engrasar ligeramente la superficie con un poco de mantequilla o aceite, pasando un trozo de papel de cocina para retirar el exceso.
– No llenes demasiado la sartén. Para hacer unas tortitas redondas y bonitas, lo mejor es usar una cuchara o un cucharón pequeño para verter la masa en el centro de la sartén. No hace falta extenderla con una espátula, pues se irá expandiendo sola al calentarse. Tampoco conviene poner demasiada cantidad de masa, pues las tortitas quedarán demasiado gruesas y tardarán más en cocinarse por dentro. Lo ideal es hacerlas de unos 10 o 15 centímetros de diámetro como máximo.
– Dale la vuelta en el momento justo. Sabrás que es hora de darle la vuelta a tu tortita cuando empiecen a salir burbujas en la superficie. Eso significa que la masa se ha cocido por abajo y ha empezado a fermentar por arriba. Con una espátula fina y flexible, levanta con cuidado la tortita y dale la vuelta rápidamente. No la aplastes con la espátula, pues perderá su esponjosidad. Déjala cocer por el otro lado durante unos segundos, hasta que se dore ligeramente, y retírala del fuego.
– Mantén las tortitas calientes. Si quieres servir todas las tortitas a la vez y que no se enfríen, puedes ir colocándolas en un plato que mantengas caliente en el horno a unos 50 o 60 grados. También puedes taparlas con un paño de cocina limpio para que conserven el calor y la humedad. No las apiles demasiado, pues se aplastarán unas a otras y perderán su textura.
Siguiendo estos consejos, seguro que consigues unas panquecas deliciosas y perfectas para disfrutar con tu acompañamiento favorito: miel, sirope, mermelada, fruta, nata, chocolate… ¡Tú eliges!